
Es curioso como, de alguna manera, al final, tu interior habla tan claro que, por más que intentes ignorarlo, te manda ese mensaje hasta que lo entiendes.
Es curioso pensar que hace un mes aproximadamente, tomaba la decisión de dejar de intentar (si, intentar, a veces no lo «consigues»🙍♀️) hacerme un hueco emprendiendo en el inmenso océano de Internet para aportar mi granito de arena al mundo mediante servicios de Coaching.
Cómo me daba cuenta de que mi vida había cambiado, y mis valores (por tanto) también.
Y ahí me iba yo – ya con la decisión tomada de reconvertir mi web en un blog en el que el objetivo sea sobre todo expresarme y aportar – a hacer el primer «viaje de mi vida» a Egipto (decir que llevo queriendo ir desde que tenia 16 años y me enamoré de su mundo al estudiarlo en historia del arte) y volvería centradísima y enfocadísima en mi nuevo «proyecto vital»
Y, de repente…
Vuelvo a casa y veo que no podré salir mas que para ir a la compra.
Vuelvo casa y veo que los paseos, el senderísmo, las cañas con mis amigas, el Fitboxing o la Danza…se quedan en poco mas que un espejismo de lo que ha sido la vida antes de irme a ese primer «viaje de mi vida».
Vuelvo a casa y a la única persona que veo en días es a mi pareja (no me malinterpretes…Le adoro, pero… Ver solo una cara tooooodos los días? Venga ya…🤔)
Y estos días, todos estos días, me he quedado como paralizada, igual que la vida que tenia antes de irme de vacaciones. Entre la desidia, el agobio, la apatía, el entusiasmo momentáneo que se escapa por esa ventana que abro cada dos por tres para poder respirar aire fresco (y por la que a veces me dan ganas de tirarme y salir corriendo al monte)…no he hecho nada que me haga sentir ORGULLOSA.
Y, precisamente hoy, al encender la tele por primera vez en días, he visto ese anuncio (si, esas cosas que normalmente evitamos a toda costa) en el que hablan de que, en estos momentos, la generosidad es no ayudar a alguien porque le pones en riesgo; la valentía es quedarte en casa afrontando todas esas sensaciones, a veces, tan desagradables, que el amor es saludar a tus seres queridos en la lejanía aguantándote las ganas de darles un abrazo que les rompa las costillas y poder sentir como vuestras energías se mezclan y «resetean» todo tu ser.
Y me he quedado pensando en esos valores, que ahora ejercemos de una forma tan distinta a antes.
Y, es curioso, que un simple anuncio haya hecho que me dé un «flus»🤩.
Me he visto a mi misma todos estos días hablando de lo guay que es que por fin conozco a mis vecinos, de que ahora sales a la calle a comprar y desde la ventana te saludan; de lo divertido y bonito que es que se ha recuperado esto de hablar de balcón a balcón – que veía yo de peque hacer a las abuelas en el pueblo – y que yo misma lo estoy haciendo; de lo agradable que es la emoción que me embarga cuando pasa la policía, los bomberos, protección civil, la ambulancia, con sus sirenas por mi calle …
¡Es curioso! Yo hablando de tooodo lo positivo que veo de esta situación…. Y había olvidado esos valores que quería honrar en esta etapa de mi vida.
Había olvidado, hacia ya tiempo, esa actitud que siempre me ha hecho salir adelante unas veces, y brillar con toda mi fuerza otras:
Son los pequeños gestos, los pequeños detalles, los pequeños pasos los que germinan la semilla de la grandeza interior.
Los que me hacen sentir REALMENTE ORGULLOSA.
Así que, aceptando el mensaje que llevo evitando sin darme cuenta este tiempo, me he puesto delante del ordenador a pelearme con la web y a escribir, sin mucha pretensión pero con todo el corazón puesto en ello, mi primer post en este Blog.
He dado el paso, que llevo un mes queriendo tomar… ese pequeño paso.
Quizá no el mejor escrito o mejor estructurado, quizá no el mas cañero o el que más haga pensar, tampoco el más poético o elocuente…
Pero, es curioso, sí es el que honra mi valor estrella.
Sí es totalmente Auténtico.
Por último, es curioso como, gracias a ti, que lo «único que has hecho» ha sido leer, tiene sentido este blog.
Con cariño,
Ali.